La evolución
de las diversas economías-mundo que han ocurrido en Europa a través de los
siglos, explican claramente como se ha llegado a consolidar un sistema
económico (el capitalismo) que rige ahora,
casi en su totalidad, en la economía mundial. Como bien explica Braudel,
ha sido y sigue siendo un proceso lento que ha sido testigo de muchos centramientos
y descentramientos, que a su vez han sido marcados por la evolución de las
economías y sociedades y diferentes revoluciones como la Primera Revolución Industrial
en Inglaterra.
Cada economía-mundo ocupa un espacio
geográfico determinado y tiene como referencia una ciudad capital. También se
dividen tres zonas sucesivas; centro, zonas intermedias, y zonas marginales. Si
miramos hacia atrás y comparamos con esta definición a las distintas economías,
nos damos cuenta de que tanto en el pasado como en el presente las economías
mundo reúnen estas tres características. Braudel argumenta, con el ejemplo de
Londres como capital de las Islas Británicas en 1750, y comparto su opinión,
que a pesar de haber zonas a priori menos importantes dentro de una
economía-mundo, todas estas se complementan y dependen de su conjunto para
formar un fuerte mercado nacional que determinará la fuerza y capacidad de esa
nación.
El capitalismo de hoy en día no
difiere mucho de aquel del pasado, ya que sigue manteniendo muchas
características como la tendencia a abarcar todo el mundo para poder explotar
todos los recursos posibles, los “monopolios” ocultos, distorsionados por un mercado
de competencia, y la incapacidad de englobar a toda la economía y a toda la
sociedad que trabaja. A su vez podemos concluir que “el capitalismo representa
la zona de las grandes ganancias”, y como dijo Lenin, “decenas de miles de
grandes empresas lo son todo, y millones de pequeñas empresas no son nada”.
Me
gustaría agregar a la idea de las economías-mundo, que en el mundo que vivimos
hoy, un mundo globalizado, las zonas sucesivas que describe Braudel siguen
estando presentes pero en un marco mucho más amplio. Es decir, las zonas
intermedias o marginales no tienen porqué ser parte de la misma nación, sino
que un país en sí puede ser un subordinado y dependiente de otro que es el
centro.
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